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Vértigo

intento analizar la vida del hombre sufriente y mundano, enamorado de una mujer que no existe

Y vivir
         ciega de tanto   
                           es ella:
renaciendo cada día como las almas como los hierros del crepúsculo y solo
prendida se siente más allá del fuego en ciertos poros detalles que alimentan la codicia
disfrazada de terciopelo
con manzanas con cuchillos es difícil discernir el tacto del deseo cuando se derrama
cual cántaro de niño
de copa invisible de ballesta intacta invierno eterno sexo inocente
clamor que invade un miedo al año incrustado sobre una lagrima
es un espejo
                ya es un espejo
en el cual te miras vanidosa estrella perla perdida loor de mieles con azúcar
pero yo te amo
                   no más con todo no más con nada con esto con lo que me queda con los segundos
quizá con el último suspiro,
                                     y ya sin la forma
en la imprescindible predecible penuria,
creo el fin del mundo es este.

Atardecer tan cotidiano,
el día viejo hechicero quizá cansado partido en pos ha decidido suicidar
se vienen a mis reflejos de alcoba dos trozos fijos sellados atribuidos a la demencia
ejemplo:
          tus ojos
                    ahora acariciemos
                                             tus manos
esa postura loca en si misma amada tan salvajemente en un vidrio en un logro en un cuarto
de siglo la esquizofrenia elaborada/o en tormenta en luz que solo alumbra lo que quiere
por capricho escondida en la sombra
cuando la noche me reconoce como hijo me cambia el ánimo la tierna una orilla
posee más territorio
y voy considerando las manchas los cuellos tensos el abandono
en toda su extensión
en fin
de enredaderas que imitan al vello por la petrificación
en cinta de aspereza y luciérnaga
de lengua de gato y pequeña cruz.

Caemos
la conciencia se desnuda esa es su parte de siempre de nunca acabar que lo digan
todos los marfilados labios que humedecen hacia el suelo hacia el trote y se su
ven casi lejos de la cascara que ya no hay carne solo hueso que detiene cual bastón cual cobija
                                                                                                                                          de verdugo
                                       cual flauta inflamada por un pequeño mechón de aliento de esperanza
                                                                                                                                          y de luna
                     de aposentos todos fríos sentarse en el corazón de un desalmado es más fraterno
                                                                                                                                          mas calmoso
                                                                      pero tu pierdes tu nombre tu cabello tú me duele
                                                           te lo juro
allí donde más se necesita entre las alas de la muerte imán de garras de esternones
y no sé porque pasas a llamarte tesón urdido vomito furia de volcán te llamas
paseo espumas bárbaras galope de sueño en la más grande hambruna crines
medula y revolver se unen hasta formar círculos laberintos ya en tus piernas tus medallas
de combate alea el viento curvo y yo repleto de conciertos sin escenario de amarre me pierdo me desmorono
por la pasión rampante lengua moral de la lujuria ha pasado a ser este arder con visa este inmolarse
este abstraerse
este espejismo
esta mujer en todas las esquinas.

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