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Metamorfosis

Ya veo mi otro yo, el único, el extendido
Su influjo lleno en espacios de fantasía
Sobre la insoportable magnitud de las calles
Y ante la mano vestida y arreglada para dar direcciones.
El sudor se desarrolla y aniquila, el sudor de ese ente
Se quema junto con esa luz política de árboles vendidos
De cuerpos calcinados por una sombra mentirosa
De sonido hospitalizado regresando sin aviso.
Ese yo anda sin pies y sin comida, captando al son de la llegada
Respira el olor y siente el esfuerzo de ver crecer la hierba
Que se deja acariciar por el viento cerrando los ojos
Esa misma hierba que el pisa, y cuyas cicatrices de dolor
Hablan de todo un país destruido.
El dolor de los que regresan a sus casas con hambre
De los que viven en granos y no en banquetes
Sobreviviendo cada día a empujones, siendo un número más
Un hueco más en el cementerio de los desdichados.
El dolor de los que quieren hacer y no los dejan
Viendo esa caja plástica decirles que hacer
Y de los que no saben que son manipulados como cuerdas
De un instrumento eternamente infernal.
El dolor de los solitarios, de los distintos o diferentes
Conversando con sus sombras devoradas por la tierra
Con sus cuadernos llenos de fórmulas o de versos
Su paso sosegado, su mente en otro mundo, sus ojos raramente abiertos
Y el insulto y la envidia, la burla y la pena.
Aquí nace la mentira que se crece en edificios, en corbatas de piel
Carcomida y leprosa, corrupta y maldita
Su epidermis se despierta ante el sonido del dinero
Y como ese insecto y su farol: muere de estupidez.
Ese otro yo es la representación de una ausencia reprimida
De una generación que se evade a ella misma, al ras de la vereda
Por la que todos se derraman justo al límite
Viendo y sintiendo y queriendo el infinito indefinido
Pero ella aún sigue allí: quieta y parada.
Parada? Ay voz del callado, del ofendido
Del humillado, del que tiembla sin motivo
Yo te sigo buscando, adonde te has ido?
Porque aun ante la injusticia no haces algo?
Ahora, justo ahora, con la lluvia acida y el hielo de fuego
Con lo gráficos y las pantallas de números indiferentes
Barras y estadísticas proclamando para ellos
Solo para ellos, la destrucción que nunca miente.
Tremenda soledad puebla las calles, las tiendas
Los vecindarios, increíble es ver la soledad y entenderla
Y confabular con ella porque no hay nada mejor.
Y el otro yo, cual otro yo?, nada más estaba solo, como todos
Sentado en una banca de hierro frio y cotidiano
De una geometría que no entiende de costumbres o excepciones
Como mil hombres sin manos ni pies empujando
Deshaciendo, para hacer sus propios castillos.
Ay, el dolor de la canción sin retorno! La guitarra con cuerdas de plomo
Altos semáforos ensangrentados, altas colinas de oro y mármol
Altas, pero con tristeza y con luna, con rencor reprimido
Con bolsillos de carne y aire, de platos vacíos en otro rincón.
La vereda de una nube perdida en un crepúsculo ya sucio
Y el humo, y el miedo, y la basura acumulada en los ríos
Las venas del mundo tienen leucemia y por su pulmón y sus piernas
Navegan tiesos cadáveres junto con pasadizos de estiércol
Cerca de un hueco con canciones melancólicas
Con silabas de tortura en una bolsa, cerca de una casa vacía
Quizá cerca de un periódico con lengua de serpiente y morbo.
Mi otro yo, el inconsciente colectivo que nadie acepta
La mirada del ciego y su bastón, el limosnero y su copa llena
De pecados comprados pues no hay ateos en las trincheras
De asistencias a misa pues ya no hay boletos
Para ver a la virgen que llora o a la del manto azucena.
Toda esta inconciencia conocida se esfuma entre tanta porquería
Se quiebra entre botellas, se abraza con todo y con nadie
Desea salir para siempre, tener una marcha más limpia
Quizá de estropear el sol que se bajaba por la persiana
Anunciando un nuevo día: una gaviota perdida y ausente
De la turbulencia y asquerosidad que pueblan el mar.
Dime del día, sol de noches, sol manchado y absorto:
Porque acaba la senda cuando va empezar otra igual?
Porque uno desea con los ojos cerrados y se sufre
Con el corazón abierto irresistiblemente?
Vaya, tu echas el agua sucia sobre la vereda limpia
La vida se acaba como un cigarrillo a medio fumar
Los taxis son el transporte de una boca sin ganas
La radio vomita un amor con la frente llena de escombros
De maderas, de astilleros, de alas mojadas en petróleo.
Ahora solo veo como se prende el cielo
Con sus vientos de neón y sus parpados cerrados
Casi eternamente por clavos con electricidad y primaveras
Que se pudrieron al tratar de subir edificios y ventanas
Pasillos con fetos huyendo dolorosamente entre guantes y jeringas
Y las ancianas llorando con sus vestidos viejos
Y las madres implorando la lentitud, alargando y sufriendo
Y la justicia? Ay, como vivir con un reloj bajo el agua?
Yo solo quiero caminar hacia uno mismo, hacia una vida para vivir
Y otra para morir más allá de todas las cosas.

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